Niterói, 1983

Banquitos de madera usados; sillas diseñadas por un diseñador conocido; placas de acrílico; camisas de tela; o la madera que sobró de un mueble usado; cinta adhesiva; aglomerado, compensado: esas son las “telas” o superficies sobre las que Rafael Alonso realiza sus pinturas. Son objetos de uso común que agregan valores como simplicidad y precariedad al trabajo, que tensiona la “nobleza” de las paredes de museos, galerías y ferias de arte a los que se destinan y que profanan una cierta sacralidad y fetichismo característicos de las formas de exhibir arte.

En Frestas, Alonso presenta una instalación compuesta por cuarenta pinturas. En colores primarios o secundarios, negro y blanco o en neón y oscuros retro futuristas, se observan sistemas que recurren a formas redondeadas y repeticiones concéntricas; estándares, trazados, superposiciones y movimientos con efectos semejantes a los del op art, o que citan el arte concreto, además de arabescos y degradés como si estuvieran hechos en stencil o con aspecto inacabado.

Obras

Sexto mundialito de maiô artístico, 2017
técnica mista